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El delirium es un estado de confusión mental, desorientación y obnubilación de la conciencia acompañada de alucinaciones visuales e ilusiones, que fluctúa durante el día, que va y viene en varios de los siguientes días, y que es reversible. Puede manifestarse con agitación y agresividad, o con somnolencia y actividad física y mental baja. Al que se presenta con actividad alta de le llama “delirium hiperactivo” y al que se presenta con actividad baja se le llama “delirium hipoactivo”. 

El delirium ocurre como consecuencia de múltiples factores, como enfermedades, infecciones, desequilibrios del sodio y otras sales, deshidratación, medicamentos, dolor, fiebre, cáncer, anestesia, alcohol, etc. Ocurre mas frecuentemente en personas mayores y en quienes ya tienen un cerebro vulnerable (con daño cerebral físico de distintas índoles), como los que tienen algún daño cerebral previo, demencia, envejecimiento, etc. 

No podemos estar seguros sobre si un paciente ya tiene deterioro cognitivo en grado de demencia, porque el delirium impide que sean completamente evaluables las funciones mentales. Como el delirium es típicamente fluctuante, es necesario esperar a un momento más apropiado para conocer mejor las verdaderas capacidades mentales del paciente. Esto es fundamental para saber qué tanta reversibilidad se puede lograr.

Es necesario que a un paciente con delirium se trate de hablarle y tocarle muy suave, sin sujetar fuerte y sin tener una actitud imponente o agresiva. Se le debe hablar suave, cariñosa y empáticamente, con tono y frases propositivas, nunca impositivas. Hay que hacer que perciban, sin argumentos ni frases, sino con el lenguaje no verbal o verbal muy simple, que Uds están de su lado, que están allí para protegerlos y que Uds son sus cuidadores.

No se trata de ordenarles nada, ni hacerles ver sus equivocaciones, ni enseñarles nada. Esto último sólo activa su modo defensa, por lo que se ponen suspicaces y agresivos.